Escribir ficción es creación, imaginación; es querer atrapar al lector mediante giros inesperados, es entrelazar cada capítulo de una forma absorbente para que se sienta dentro del relato.
Me gusta escribir de forma sincera, sencilla y mantener un tono íntimo, rayando lo confesional, para dar, si cabe, un mensaje que invite a la reflexión… Aunque también me gusta desconcertar al lector para que se abra al misterio de lo trascendente.
Después de haber publicado tres libros por entero testimoniales, introducirme en el mundo de la escritura de ficción, para mí, fue como una liberación. Ya había dicho todo lo que mis ojos habían visto y mi corazón había sentido. Ya me había desnudado, en el buen sentido de la palabra, ante el lector, plasmando todo lo que mis ojos habían visto tras el objetivo de mi cámara y mi alma había sentido en cada periodo de cooperación sanitaria. Ya había llorado compartiendo mis pérdidas… Me había llegado el momento de escribir historias inventadas, el momento de crear nuevos personajes, de buscar otros emplazamientos y lugares, el momento de contar todo lo que fuera surgiendo de la imaginación creativa.
Confieso que escribir «Seis Dedos», para mí, fue como un regalo celestial. ¡Qué felicidad descubrir mi capacidad para escribir, relatar y, más tarde, plasmar una historia completamente inventada! Fue algo maravilloso. Los personajes parecían congeniar conmigo, como si les gustara e incluso agradecieran haber tomado vida y aparecido en unos folios que, poco a poco, iban tomando forma de manuscrito y, más tarde, de libro.
Considero que escribir ficción es un reto. No me gusta escribir por escribir o escribir para distraer; me gusta que siempre el relato contenga un punto en el que el lector pueda opinar, plantearse cosas, pero, sobre todo, que tenga la ocasión para reflexionar. Me satisface mucho cuando algún lector me contradice o tenemos visiones diferentes y podemos hablarlas.
Me sorprendió que la Biblioteca Pública de Cabrils, en su apartado de grupo de lectura, escogiera «Seis Dedos». Esa semana estaba viajando, pero una amiga me lo comentó por WP y también lo colgaron en Facebook. Con ello aumentó mi ego (es inevitable), pero pienso que los cuatro principales protagonistas tuvieron vida durante unos días.
Con la ficción disfruto mucho con las descripciones de los lugares; intento que el lector sea partícipe y llegue incluso a caminar por ellos.
La trama me apetece e intento que esté en movimiento, que sea ágil y vaya avanzando siempre para que sea amena y el lector quede atrapado con ganas de seguir leyendo.
«Seis Dedos» y también su traducción «Sis Dits» están escritos en tercera persona para lograr que la narrativa sea más objetiva.
Me gusta siempre escribir de forma sencilla, con un vocabulario que no sea complicado ni rebuscado. Con un lenguaje conciso y claro, poco elaborado, para no parecer pretenciosa. Honestamente, escribo tal como siento, sin añadir demasiadas florituras. Tampoco sé hacerlo de otro modo, aunque me empeñara en ello.
Me recreo al describir con detalle a los personajes y el mundo ficticio en el que los introduzco. Los diálogos me son imprescindibles para dar a conocer la personalidad de cada uno y plasmar sus interacciones.
En mi último libro, «Maruja», la protagonista habla siempre en presente directamente al lector. Para mí ha sido un reto que creo he conseguido (modestia aparte), pues he creado un personaje y también la narrativa en tiempo presente, haciendo que el lector entre de lleno en la historia que ella misma va relatando.
Muchas veces me parece que los personajes me hablan, se rebelan según el papel que les hago hacer… Los siento vivos. ¡Eso es la ficción!
